Por esta villa de la Alcarria conquense  han pasado olcades, luzones, romanos, árabes, visigodos… Seguramente fueron estos últimos quienes fundaron la villa, durante el periodo de Leovigildo.

Pero no es hasta 1397 cuando aparece el I conde de Buendía, Pedro Vázquez de Acuña. Buendía estuvo protegida por murallas de cal y canto en el siglo XV con cinco puertas de acceso: la Puerta Calzada, la del Castillo, la del Camino del Convento (actual cementerio), la de la calle Botica y la del camino de la Isabela.

Sus calles siguen el patrón medieval: en el centro la iglesia y la plaza mayor. De ahí parten las calles principales que son rodeadas por calles secundarias formando circunferencias paralelas a la muralla.

Fue una villa próspera, con molinos de harina, de aceite, con ganado bovino y vacuno, bodegas, baños termales…

Paseando por sus callejuelas es fácil evocar otras épocas, imaginar la venta de ganado y de comestibles en la plaza, los juicios de la Inquisición, la vendimia, los diezmos, la cosecha de cereales y la forma de vida de nuestros antepasados.