Buendía estaba protegida por muros de piedra y mampostería como muchos otros pueblos relativamente importantes. La muralla de Buendía fue construida en el s.XV por el Marqués de Buendía y constaba de cinco puertas que daban acceso a la villa.
La calle del Arrabal era el lugar en el que los extranjeros que intentaban entrar Buendía esperaban a que se les concediera el permiso para hacerlo. Todavía podemos ver restos de esta muralla.
En un entorno privilegiado, rodeado de pinos, encinas, olivos y romero, cerca de la orilla del embalse, irás descubriendo a lo largo del itinerario unas impresionantes figuras talladas en la roca. Algunas llegan a medir 3 m. de altura. Las más pequeñas tendrás que buscarlas en los salientes y recovecos de las rocas.
En 1992, Jorge J. Maldonado y Eulogio Reguillo empezaron a esculpir sus mágicas obras en este bello paraje. La roca caliza arenisca es muy apropiada para la creación artística. Y las caprichosas formas de la roca que emerge entre la vegetación son un acicate para la imaginación.